lunes, 22 de enero de 2007

GÉNESIS

Al comienzo de todo no había tiempo. No puede hablarse del "momento" en el que nada había porque, puesto que la nada no es nada, la nada no puede existir (no puede "haber nada"). De modo que, si quisiésemos imaginarnos cómo sería el mundo antes de haber mundo, estaríamos condenados al absurdo: antes de haber mundo no había mundo y, por consiguiente, no había tiempo. Por tanto, no puede hablarse de un momento "antes" de la existencia del mundo. Sin embargo, tampoco puede afirmarse racionalmente que, puesto que no había mundo, ni aun tiempo o espacio vacío, había nada. Eso también es imposible.
La nada no es sino una ilusión que se forma en la mente humana precisamente por el hecho de que el ser humano sabe de la existencia del mundo y de la existencia de sí mismo. El individuo humano sabe que él existe, que está vivo y sabe que, como cualquier ser vivo, del mismo modo que nació, morirá. Entonces miramos a nuestro alrededor e imaginamos qué pasaría si todo cuanto nos rodea, como si el mundo fuese un conjunto inmenso de individuos, desapareciera. Nos hacemos la idea de que todo tuviese una especie de muerte y que la realidad desapareciese... Y se aparece ante nosotros la idea fatal: ¡No habría nada! Al mismo tiempo, imaginamos cómo serían las cosas si, como sucedió con nuestro propio nacimiento, aún no hubiese nacido ninguna de las realidades del mundo. “¿Qué habría antes del nacimiento de la realidad?”, nos preguntamos. Y, de nuevo, la idea recurrente: ¡No habría nada! ¡No habría ninguna realidad! Y, llegados a este punto, alcanzamos la falaz conclusión: antes del ser, antes del mundo lo que había era “la nada”.
Pero afirmar la existencia de la nada, afirmar la existencia de la “no-existencia” es un patente absurdo. Decir “existe la nada” es un galimatías inaceptable por nuestra razón.
¿Qué había, pues, al comienzo de todo? Evidentemente lo único que podía haber es “ser”, realidad. En el mismo acto aparecieron la realidad y el tiempo, en el mismo “instante” apareció el primer instante con el primer destello de realidad. Preguntar por la existencia de algo “antes” de la aparición del tiempo y de la realidad es un sinsentido al que nuestra razón no puede acceder.
¿Podemos decir, entonces, que la realidad es eterna? ¿que ha habido ser, Haber desde hace infinito tiempo? No exactamente. Podemos decir que el ser (el “Haber mundo en vez de no haberlo”) ha existido siempre, esto es, no ha habido un momento en el que no existiera realidad alguna. Pero no podemos decir que el tiempo que podemos recorrer hacia el pasado buscando el primer principio sea infinito. El mundo, la realidad, la existencia, el Haber tiene un principio, un primer instante, un primer aparecer.
Puede pasarnos que caigamos en la falacia de preguntar “quién fue la causa de ese primer instante”, o más concretamente, “quién creó el mundo”, pero entonces estaríamos pretendiendo afirmar que antes del tiempo, antes de la aparición de lo real había algo (había un tiempo –esos instantes previos- y había una realidad –ese creador o demiurgo-); sin embargo, ya hemos dejado claro que preguntarse por ese instante anterior al tiempo o por una realidad anterior a la existencia de la realidad es un absurdo.
No nos queda otra posibilidad racional que afirmar que la realidad (unida indisolublemente al tiempo así como al espacio) surgió por sí misma, desde sí misma, sin necesidad de elementos previos que la posibilitaran. Podría decirse metafóricamente que, en una especie de suspensión atemporal, todo lo real estaba como latente (en potencia) esperando la oportunidad de mostrarse, de desenvolverse, de abrirse al mundo y asentarse como realidad.
Y fue entonces cuando, desde ese punto de infinita energía (o “infinita potencialidad”) y de pequeñez también infinita (equivalente a ausencia de espacio y de tiempo) aparece, explosivamente (Big-bang) lo real. De buenas a primeras, sin causa exterior posible desde la que surgir. ¿Dónde queda Dios o los dioses en esta historia? No lo sé. Desde luego no pueden estar antes del mundo, antes de la realidad. Lo real, la existencia, el Haber del que (los dioses, o el Dios) quizá formen parte, no dependen de dichas deidades. Son los dioses quienes, en todo caso, dependerían del mundo. Y si los dioses fuesen ajenos a la realidad... pues entonces serían no-reales, esto es, inexistentes.

2 comentarios:

Baucis dijo...

Impresionante alarde tecnológico al poner en negrita "momento". Este comentario estúpido tiene como única finalidad ver si en la página se abren todos los comentarios que tengas o solamente el primero.

Anónimo dijo...

Me parece que esta explicación es un tanto tautológica y juega con la misma cuestión recursiva ya antes explotada en otras corrientes filosóficas, en realidad no deja vislumbrar una explicación clara, se basa en supuestos, o nos niega la intervencion de la razon en la mas importante de las preguntas; creo yo que polemizar sobre ello o el simple hecho de discutir cuestiones tan complejas con recursos tan pueriles es una perdida de tiempo.

ese es el verdadero agnosticismo